Capítulo #O2


Los días siguientes fueron silenciosos en casa, se sentía como un sitio completamente diferente, le hacía falta alma, luz. Al fondo del patio mi padre había mandado a construir una habitación del tamaño de un departamento en el cual Connie pasaba largas horas, tal y como si fuera su hogar; ahora era el momento de entrar pese a las dificultades emocionales, y vaciar el cuarto para dar aquellas pertenencias a los familiares de nuestra nana.
Sofía y yo nos encargamos de eso y tardamos varias horas pues encontrábamos fotografías y objetos que nos hacían detenernos por el inevitable llanto, por lo cual nuestros padres optaron por ayudarnos y pasar juntos por el ciclo del duelo. Cuando terminamos, se contrató un camión de mudanzas y se le pagó por los kilómetros que viajaría al llevar las cosas de Manchester al natal Liverpool de Connie.
Nuestros padres salieron para terminar de revisar los papeleos correspondientes, dejándonos solas a mi hermana y a mí. Estábamos sentadas en la sala, en completo silencio, cuando alguien llamó a la puerta, extrañándonos porque no esperábamos a nadie ni nada en específico; al mirar por la cámara del interfón, vimos a un tipo con pinta de repartidor que en sus manos sostenía un libro fúnebre, por lo cual concluímos que venía de parte de la funeraria.
-¿Sí?- atendió mi hermana, con esa seriedad inquebrantable que había creado en los últimos años.
-¿Se encuentra el señor… Joseph Padmore?
-No, ¿Para qué lo busca?
-¿tiene algún parentesco con él?
-Soy su hija- contestó Sofía un poco irritada
-Oh, señorita Padmore, vengo de parte de la funeraria. Mi motivo no es otro más que entregarle el librillo de firmas de los familiares y amigos de la persona fallecida, lo olvidaron ayer cuando salieron con rumbo a la sepultura.- decía un joven sujeto bastante nervioso, quien no podía ocultar que el motivo de esos nervios, eran más allá de cualquier molestia por la situación, el estar frente a una chica tan atractiva como mi hermana.
-¡Ah! Entiendo… sí, lo olvidamos por completo- contestaba ella, ahora más amable.
-Bien, pues aquí lo tiene, lamento las molestias que esta entrega haya implicado. Sólo necesito que firme aquí- Agregó el chico, extendiendo una de esas formas de “recibido”.
-Claro, con gusto…- Sofía firmó, le sonrió al chico y cerró la puerta. Volvió a casa para darme aviso de todo lo que afuera había ocurrido y me entregó el libro sin abrirlo; volvimos a la sala para sentarnos a hacer nada, era medio día, pero estaba muy nublado, lo cual hacía que parecieran las cinco de la tarde.
-Wow… ¿he leído bien?- pregunté bastante sorprendida, ella me miró con verdadero interés y se acercó hasta mí.
-¿Qué pasa? ¿Hay algo malo?
-No, nada… es sólo que esta firma en especial me sorprendió. No me equivoqué al leer ¿cierto?- dije mostrándole el último comentario del libro, ella leyó el pequeño párrafo y su sorpresa no era menor a la mía.
-¿Peggy Gallagher?- exclamó con evidente asombro
-Así es, y sólo conocemos a una Peggy Gallagher.
-¿Ella estuvo ahí? ¿Recuerdas haberla visto? Yo no
-Ni yo, quizá fue cuando todos estábamos en el cementerio y fue así como los de la funeraria se dieron cuenta de que olvidamos el libro.
-Eso tiene bastante lógica- ella seguía mirando la firma y ambas nos sentíamos confundidas, y así como si nada, un montón de recuerdos llovieron en mi mente y estoy segura que a mi hermana le pasó justo lo mismo. Cerró el libro de golpe y externó un gesto de pronto muy serio.
-¿Qué pasa?- pregunté al notarla un poco perdida
-Nada. Es una lástima, pero se agradece el gesto…
-Deberíamos buscarla para agradecerle ¿no crees?- expresé muy fácilmente y Sofía me miró de inmediato esbozando la más salvaje de las expresiones.
-¿Para qué? Ni sabemos donde vive ahora. No, no, no… dejémoslo así, ella sabrá muy en el fondo que sabemos que estuvo ahí y que estamos agradecidas.
-Pero yo…
-Olvídalo- se levantó y se fue a su habitación, no quería juzgarla pero a mi mente volvió una persona que hace tiempo no figuraba en mi vida: Noel. Era muy probable que esa fuera la única razón por la cual rechazara mi propuesta.
Caminé detrás de ella con el libro aún en mis manos y dicha escena me recordó los viejos tiempos en los que una corría tras la otra cuando la primera se indignaba, esperando tener la suerte de no terminar con la puerta bien plantada en la cara.
Me detuve a pensar qué tanto valía la pena insistir, conociendo a Sofía la obstinada. Decidí que sería mejor salir un poco al patio y así como no queriendo, terminé dentro del gran cuarto que pertenecía a Connie, me senté en medio del lugar donde estaba la sala y lloré un poco su ausencia.
-No será lo mismo sin ti, lidiar con las cosas se volverá un poco complicado. Además creo que justo ahora me ayudarías demasiado con Sofía.- Me levanté y dejé una flor donde antes estaba sentada.
Aquel extraño pesar me creaba cierta incertidumbre con los próximos meses a vivirse, así que aturdida, salí de casa al mismo tiempo que vi a Sofía bajar para lavar su pequeña motoneta estilo italiano; cada quien tenía la suya.
-¿A dónde vas?- preguntó al verme caminar hacia la puerta de salida, en el patio.
-Sólo iré a caminar un poco. Vuelvo más tarde.- nos dedicamos una última mirada y salí.
Sólo decidí alejarme de casa y terminé en el parque de siempre, sentada bajo un árbol acurrucándome apoyando mis piernas con mi pecho. Me quedé ahí por un largo tiempo y me repetía que había sido la mejor decisión, sería sólo cuestión de tiempo para mejorar.
Al sentirme mejor, limpié mi rostro con una toallita húmeda, froté un poco mi rostro y caminé de vuelta a casa por la avenida que normalmente tomaba.
Iba completamente distraída y mirando hacia el suelo o a un costado que no tenía idea de por dónde caminaba, hasta que choqué con alguien.
-¡Oh!... Lo siento, fue mi culpa- dije avergonzada y al mirar hacia enfrente me encontré con una enorme figura de cabello claro.
-¿Frida? ¿Frida Padmore?- casi grita un entusiasta, enorme y ancho Paul Gallagher. Al verlo abrí un poco la boca por la sorpresa.
-¿P-Paul Gallagher? ¿Pero cómo…?
-Vaya… demonios no me lo creo, me recuerdas.
-Claro que te recuerdo- Contesté un poco irritada.
-Pero mírate, cuanto has cambiado…- decía mientras se acercaba para darme un abrazo. Al inicio me quedé petrificada, no lo esperaba; de acuerdo a mi última interacción con sus hermanos, tenía la mala idea de que todos los Gallagher que conocíamos, me recibirían mal. Pero no. Abracé a Paul y él al sentirlo me abrazó más fuerte, me sentía feliz, al menos por ver que él me tenía aún buena estima, además necesitaba sentirme así después de tanto estrés emocional.
-Tú también has cambiado, ahora llevas melena, no sabía que tenías el cabello ondulado.
-Cuando está así de largo se ondula. Y tú ahora llevas flequillo. Recuerdo que te burlabas de las chicas que…
-Sí, sí, lo sé. Basta, me costó mucho aceptarme así. Así que ahí lo tienes, mi nueva yo.- dije haciendo una reverencia y él se rió.
-Debo decir que no esperaba verte así, es como si fueras otra. Estúpidamente esperaba verte con tu uniforme.- ambos reímos.
-Ya lo creo.
-¿Vas a tu casa?
-Sí… tú…
-Oh yo vine a alimentar a la mascota de mi tía. Ella y mi madre salieron a pasear y yo no quise ir, así que tuve que hacerle este favor.
-Ya decía que era raro verte por aquí…
-¿Por qué lo dices? ¿Sabes que nos mudamos?- preguntó muy intrigado.
-Sí, hace tiempo Connie nos lo dijo…
-Ahora entiendo… por cierto, lamento mucho lo de Connie. Mi madre y yo nos enteramos, quisimos acompañarlas pero ya no había nadie en el lugar. Ella firmó el libro, pero supongo que no se los entregaron. Realmente queríamos que supieran que contaban con nosotros. Pese a eso me tomé el atrevimiento de ir a buscarlas al cementerio que nos indicaron, pude ver una ceremonia fúnebre, pero no estaba seguro si se trataba de ustedes, así que me fui.- Había olvidado que Paul era el ser más noble y tierno del planeta, sus ojos estaban llenos de compasión y preocupación, y yo me moría de ternura. Por otra parte, eso me hizo recordar que durante la ceremonia de Connie en el cementerio, pude ver a alguien aproximarse: ahora sabía que se trataba de él. Preferí no hacerle ningún comentario al respecto.

-Gracias Paul. La verdad es que supimos que estuvieron ahí, leímos la firma… pero tuvimos que resolver los asuntos del papeleo al día siguiente que nos entregaron el libro y… ya no pudimos agradecerles.-Contesté un poco avergonzada por ocultar la parte en la que Sofía se negó (en completa histeria) a visitarlos.
-Vaya, menos mal. No hay problema, ahora nos hemos encontrado y hemos podido aclarar el asunto.
-Así es…
-¿Y Sofía? Es raro verte sin ella…
-Te sorprenderías- dije riendo -Desde la universidad nos volvimos más autónomas, pero intentamos retomar nuestra cercanía aunque, no ha sido fácil.
-Así es la cosa con los hermanos- contestó riendo y nadie mejor que él podía saberlo. Los Gallagher eran cosa seria.
-Oh sí…
-Entonces… ¿cursas la universidad?
-Ya no, hace sólo unos días me gradué. Estudié en Cambridge.
-Wow qué suerte. Felicidades por tu graduación, por cierto. Ahora entiendo porqué no volvimos a verlas, tú Cambridge y Sofía Oxford…-decía sonriente.
-Eso y el que ustedes se mudaran. Extraño a tu mamá- ambos reímos.
-Sé que ella también las extraña, nadie más joven que ella le había agradado tanto como ustedes dos.
-Genial- contesté divertida. -Creo que te estoy quitando el tiempo.
-Para nada, como no hay nadie en casa…
-Ah cierto. ¿Y qué mascota tiene tu tía?
-Un perro… es hembra.
-¿Y qué raza es?
-Bóxer. Es muy linda y tierna, aunque mis hermanos la odian.- había olvidado esa parte, que él los mencionaría.
-¿Por qué? No entiendo cómo alguien podría odiar a un perrito…
-Lo que pasa es que ella les muerde mucho los pantalones- dijo riendo como si recordara la escena y me reí junto con él.
-Pues si siguen usando la ropa tan floja, es comprensible que la perrita quiera colgarse de esas cortinas.- contesté y él rió más fuerte.
-Me alegra que no hayas perdido ese humor ni tu franqueza- continuó riendo.
-Me alegra que me acompañes en esto- continuábamos riendo.
-Deberías ir a visitarnos… si es que no tienes ningún inconveniente, a mi madre le daría mucho gusto verte, es más, deberías invitar a Sofía, sería genial.
-Emm…
-Te paso mi dirección ¿tienes donde anotar?- torpemente me toqué los bolsillos y recordé que llevaba mi celular.
-Si gustas anótalo en mi celular- abrí la app de notas y él la escribió ahí demorándose un poco pues no estaba familiarizado con el teclado de mi celular.
-Listo, puedes ir cuando quieras, de preferencia por las tardes ella no sale mucho y es más probable que me encuentres en ese horario también, pues por las mañanas trabajo, hasta las cuatro de la tarde.
-¿Con tu padre?- pregunté pues lo último que recordaba era que ellos trabajaban con su padre.
-No, ya no, ahora estoy en otro sitio, después con más tiempo te contaré. A mi padre no lo veo desde hace muchísimo tiempo, simplemente desapareció.
-¿Por qué?
-Quizás al ver que Liam era mayor de edad y no tenía que responsabilizarse más de nosotros. Así es el muy maldito.
-Ya lo creo… pero es mejor para ustedes, él no es una persona indispensable en sus vidas, ¿cierto?
-Cierto. Sabes, cuando vayas a la casa mis hermanos se cagarán encima- decía divertido y yo reí un poco.
-Sí… respecto a eso…
-Oh no, no me digas que no quieres verlos y…
-La verdad es que hay algo extraño con esa situación, no sabría explicarlo, pero después te contaré, debo ir a casa, Sofía debe estar preocupada por mí.
-Bien, espero tu visita entonces ¿tienes el mismo número fijo?
-Sí, puedes llamar a casa cuando quieras…
-Lo haré para insistir si no te dignas a ir a nuestra nueva casa.
-No te preocupes Paul, ya veré cómo le hago, pero iré, intentaré convencer a mi hermana-dije sonriente.
-Dile que al menos lo haga por mí y por mi madre- ambos reímos.
-Dalo por hecho
-Bueno, nos vemos, en verdad ha sido increíble encontrarte por aquí. Salúdame a Sofía por favor.
-Claro que lo haré y tú saluda a tu mamá de mi parte
-Desde luego
-Adiós- me acerqué para despedirme de Paul y nos volvimos a abrazar, él entró a su antigua casa y fue muy nostálgico ver eso.
El drama en mi cabeza había pasado, ver a Paul había mejorado por completo mi día, pensaba mucho en la posibilidad de ir a verlo y también a su mamá, sería increíble encontrarse con caras conocidas que realmente te agradan.
Cuando llegué a casa vi un poco de humo salir de la cocina, caminé rápido hasta allá y Sofía estaba vuelta un lío. 
-¡Frida ven, rápido!- corrí hasta ella -apaga la estufa por favor- gritaba mientras sostenía un refractario, en seguida apagué la estufa, ella desocupó sus manos y ambas abrimos las ventanas de la cocina; ella abrió el horno y salió una gran nube de humo, ambas retrocedimos y manoteamos para dispersarlo.
-¿Qué demonios has hecho Padmore?- pregunté mientras me inclinaba un poco para intentar ver qué había adentro.
-Oh perfecto… se arruinó
-¿Qué cosa?
-Nuestra comida- alzó un poco la voz y señaló el horno. Me puse los guantes de tela y saqué el refractario, lo puse en el lavador y ambas pudimos ver un bulto quemado y pegado al trasto.
-¿Por qué metiste un bebé al horno?- La molesté al ver el tamaño tan enorme del trozo de carne, ya deshecho por el exceso de calor.
-No es un bebé estúpida. Quería hacer el pastel de carne que nos preparaba Connie siguiendo una receta.
-¿Segura que viste en cocina y no en bombas molotov.com?- comencé a reírme y ella sólo resopló y aventó el trapo que llevaba en las manos, se sentó en la mesa y sobó su frente.
-¿Ahora qué comeremos?
-Podemos ir por Baguettes y conservar intacta la cocina y la casa en general- me acerqué a ella y al fin comenzó a reírse.
-Suena mucho mejor, iré a calzarme.- cuando volvió salimos en las motos y nos dirigimos a un lugar muy hipster. Fue un viaje rápido de ida y vuelta, pues extrañamente teníamos el deseo de comer en casa, sin embargo, continuaba pensando que no debíamos estar enclaustradas todo el tiempo, podía ser malo para nuestro estado emocional.
Al llegar fuimos al comedor y nos encargamos de atender esa necesidad física que hacía rugir nuestros estómagos, lo hicimos entre bromas sobre el pastel de carne fallido de Sofía.
Una vez iniciada nuestra degustación, recordé que me había encontrado con Paul, me debatía entre decírselo o no, pero al final no pude ocultarlo, no podía guardar algo tan enorme por tanto tiempo.
-Sabes... hace un momento, cuando salí a caminar y venía de regreso a casa...
-¿Sí?- preguntaba ella sin mirarme, pues su absoluta atención se encontraba en el baguette.
-Me encontré con Paul… Gallagher- terminé un poco insegura y ella intentó mantener la calma dentro de su asombro.
-¿En dónde?
-Él iba hacia su antigua casa, resulta que ahora una tía suya vive ahí…
-¿Y qué hacía él ahí?
-Tuvo que alimentar a la mascota de su tía, quien salió de paseo con su mamá. Sabes, tiene una perrita bóxer- comenté para aminorar un poco el impacto.
-Y él, se portó de manera…
-Amable, fue bastante amable, de hecho le dio mucho gusto que nos encontráramos.
-¿De verdad?- ella ahora estaba más interesada.
-¡Sí, hasta me abrazó! sonrió mucho y me invitó a visitarlo a su nueva casa, él quiere que vayas también, me dijo que te extraña y que seguramente a su mamá le dará gusto verte- lo solté de golpe pues no tenía más que perder. Sofía seguía en shock pero parecía más tranquila, sin embargo no lucía convencida de aceptar su invitación.
-Frida… no creo que sea buena idea…
-Sofía vamos…
-No me siento segura y no puedes obligarme…
-Está bien, yo iré… no sé cuándo pero iré.
-¿Te arriesgarás?
-Puedo tomar mis precauciones…-contesté pensativa, pues tampoco quería encontrarme a Liam.
-Como quieras, sólo no me lleves a la fuerza.
-No lo haré- Después de un largo tiempo escuchando sólo los típicos sonidos al comer, nos levantamos, limpiamos todo desastre en aquella cocina, tomamos un aseo bucal y caminamos al patio trasero.
-Lamento parecer una cobarde con mis actos tan infantiles- dijo Sofía
-¿De qué hablas?
-De mi reacción para el tema de los Gallagher... sabes que las cosas fueron complicadas. Fue hace mucho tiempo pero no sé cómo reaccionar, siento que al ver a Noel no podré evitar sentirme molesta.
-Es raro volver a hablar de ellos, pero mira... nada nos asegura que estén aquí. De acuerdo al tiempo que llevamos y con lo nada discretos que son, ya los habríamos visto ¿no crees?
-Tienes razón...
-Podemos tomarnos un tiempo para decidir si visitaremos a Paul y a Peggy, pero qué te parece si hoy nos olvidamos de ese asunto y de la tristeza... y hacemos algo.
-Me parece prudente. ¿Quieres salir esta noche? Creo que no hemos ido a ningún bar desde la última vez que estuvimos aquí y no fue un suceso extraordinario.
-Y eso no suena muy Padmore- ambas nos reímos.
-Creo que eso es lo único que no extraño, nuestro comportamiento salvaje e irreverente- decía ella como si recordar esos tiempos le avergonzaran.
-La madurez ha matado tu espíritu libre...
-Cállate- decía sonriendo
-Sólo esperemos que la vieja esencia que nos dio una inolvidable reputación, no vuelva ahora que pisamos de nueva cuenta Manchester.
-Y si vuelve que sea con justificación- contestó ella. Ambas entramos, eran las cuatro de la tarde y decidimos darnos un tiempo para hacer cualquier cosa que tuviéramos pendiente, también esperábamos a que nuestros padres volvieran a casa.


Todos sabemos que las Padmore siempre se meten en líos. 
Prometo demostrar menos flojera al momento de publicar y escribir jajaja.

Comentarios

  1. Jajajajajaja meter un bebé Al horno (yo lo haría) 😂😂😂😂😂 estuvo muy cute el encuentro con el cuñao que siempre será como un ser esponjosito suavecito bonito y amable, Sofía debería dejar de ser menos marica y aventarse a visitar a Peggy, pues Al fin de cuentas ella qué culpa tiene? Además, que ni se haga porque bien que quiere ver Al Noel otra vez (y yo también) 😍😍😍😍😍

    ResponderBorrar

Publicar un comentario