Capítulo #27
Frida:
El
día de la premiación por excelencia académica había llegado, yo decidí irme un
par de días antes para recibir los boletos de entrada a mis invitados, o sea
mis padres y mi hermana.
Volví
al departamento en el cual me alojé durante mi etapa universitaria y fue muy
nostálgico por las veces en que había deseado volver a esos días donde uno
tiene esperanzas y ganas de comerse al mundo.
Sofía
llegaría al día siguiente por lo cual tuve todo ese primer día para ir a mi
escuela por los boletos y para recibir una plática sobre cómo se llevaría a
cabo el evento. Lo bueno de dicha visita fue encontrarme con mis amigos, a
quienes también premiarían ya que éramos unos horribles nerds de la
museografía.
Emocionados
por estar de nueva cuenta juntos, decidimos pasar esa mañana juntos mientras se
nos requería dentro de la institución, motivo que nos llevó hasta los enormes y
hermosos jardines de la universidad, los cuales albergaban grandes memorias. Y ahí rodeada de mis amigos, realmente relajados, yo reflexionaba sobre lo
socialmente establecido, aquello que se suponía que debía ser la vida del hombre
cuando nace, crece y estudia; luego trabaja,
gana dinero hasta envejecer.
Posterior a un suspiro, me dediqué a observar los
alrededores: chicos entrenando en el campo, otros caminando con libros en la
mano, otros pensando en la reinscripción, unos hablando de las vacaciones,
otros detallando la ceremonia y nosotros... echados en esa sombra prestada de
unas gradas metálicas que hacen mucho ruido si subes o bajas.
Era raro estar
con ellos de nueva cuenta en esa especie de vagancia escolar que tanto
nos gustaba, pero nos concedimos ese rato ya que momentos antes ya habíamos
vivido una crisis existencial colectiva.
Me encontraba recargada en uno de los postes de
esas grandes gradas, con las piernas estiradas y los brazos medio descansando
sobre mí, medio descansando porque Mila, la guapa y sensual Mila Sevigny
proveniente de Ucrania, estaba recostada sobre mis piernas, jugando con su
cabello extendida cual regla y con las piernas cruzadas al final del largo
camino que conforman, mientras que su ansiedad jugaba con sus pies haciéndolos
bailar. Nuestras mochilas estaban arrumbadas cerca de nosotros y frente a
nosotras estaban Fergus y Garrett, nuestros inseparables caballeros del mal
decir y las influencias negativas.
Ambos músicos, uno más inspirado por la filosofía y
los sonidos ochenteros (sólo los de culto, decía él) y el otro más inclinado
por las artes y lo andrógino.
Fergus tocaba la guitarra y Garrett fumaba un
cigarrillo mientras se sumergía en quién sabe qué pensamiento.
-Pequeña, pequeña mía, cántame una canción- me
habló Mila con su pronunciación curiosa y jugando con su cabello.
-No
-Vamos, Mon petit, una cancioncita nada más- decía
sentándose y mirándome con insistencia, cuando la miré a los ojos ella enarcó
una ceja en un coqueto muy propio de ella y sonreí.
-¿Da igual si son hombres o mujeres?- pregunté
graciosa refiriéndome a su gesto seductor
-Sólo cuando se trata de ti- me contestó
-Deberían besarse- dijo Garrett mirándonos serio y
yo le dediqué un gesto de absurdo –Es obvio que la rubia se muere por ti-
contestó sonriente a ello.
-La rubia ucraniana que habla francés para
conseguir un beso mío... debería hacer una canción con ese título- dije
graciosa
-Aburrirás a la gente con ese simple título- me
contestó él
-Vamos Petit- insistía con aquel mote que eligió para
mí –No sabremos si mañana tendremos un momento así, entre nosotros, es nuestra
última vagancia en la escuela, en estos jardines bajo estas gradas... debes
cantar una canción.- suspiré y miré a Fergus y él me sonrió en respuesta de mi
gesticulada petición.
-Con todo gusto- sonrió y comenzó a tocar “The
lion’s roar” de First aid kit, la canción que a ellos les gustaba tanto, más si
yo la cantaba; y ahí estábamos, cuatro amigos en su última mañana dentro de su
amada escuela, sin hacer nada más que escuchar cantar a la chica castaña de
flequillo recto y acento mancuniano.
Al terminar aplaudieron y fumamos un porro,
criticamos a los pseudo-futbolistas de la escuela y nos levantamos por fin del
lugar; Mila al ayudarme me robó un fugaz beso en los labios y me reí por su
atrevimiento, mientras Fergus y Garrett exclamaban onomatopeyas traviesas y
excitadas. Después de un pellizco a la rubia de mi parte por sus pocos límites
me despedí de los tres, debía ir al “Sedgwick Museum”, lugar donde tuve mi
residencia por el servicio social. Entonces salí desde mi dirección actual: “The Old Schools, Trinity Ln,
Cambridge CB2 1TN”, sí, mi segunda casa, mi alma mater era la prestigiosa e
histórica Universidad de Cambridge, aquella a la que de acuerdo mis intereses,
habían ido los grandes... integrantes de Pink Floyd.
Mi visita al museo fue con el
único motivo de recoger la carta de liberación de mi servicio, pues desde mi
regreso a Manchester no había tenido la oportunidad de hacerlo.
Entré feliz enfundada en un look
que iba de unos jeans negros como el chaleco largo y abierto que llevaba
puesto, usando una playera con la imagen de “Hi, how are you?” tan
representativa de Daniel Johnston; un par de botas, un sombrero negro con una
cinta en piel color miel y mi mochila vintage... cualquiera pensaría que
estudiaba arte, pero no, sólo estaba cerca de.
Entré saludando a quienes me iba
encontrando por mera cortesía, incluso al calvo de cincuenta años que se hacía
llamar “supervisor de área”, mi némesis,
quien insistía sin cansancio en usar todas la frases del Club de los Adultos
Pretenciosos. Le sonreí forzadamente y él a mí, no le agradaba mucho pero eso
estaba lejos de preocuparme, mi verdadero dolor de cabeza comenzaría al
encontrarme con...
-Vaya, ha llegado la consentida
del profesor- comentó malicioso un rubio estúpido con cara de alce llamado Gordon
Phillips, con quien compartí, desafortunadamente, el piso de réplicas y
disecciones. Gordon había llegado antes que yo al museo para hacer prácticas,
pero al ser hijo de un bien posicionado “hombre de negocios”, su entrada fue
sencilla y dejaron a su cargo tal área, fomentando el crecimiento de su ego y
al mismo tiempo su estupidez.
-Gordon... qué sorpresa, tardaste
unos segundos más en emitir tus comentarios tan desafortunados- porque sí,
además de haber al clon de Macaulay Culkin como jefe, era la única chica del
piso y todos eran bastante sumisos para emitir comentario en defensa de
alguien, incluso la suya.
Afortunadamente no tuve que
demorar más tiempo frente a él pues caminé hasta la oficina del director del
museo, un tipo de 36 años que ya era un experto en la dirección de museos; era
un hipster/folklórico alto y muy delgado, “venezolanoamericano” según lo que
decía y entender a lo que se refiere cuesta un poquito de trabajo. Su inglés
era bastante “latino” y su español muy raro por la combinación de lenguajes.
Cuando entré a la oficina él hablaba por teléfono e hice por retirarme pero con
una seña me retuvo, me pidió que tomara asiento y después colgó para ponerme
atención.
-Bonita- dijo sonriente en su raro
español, comenzó a llamarme de esa manera porque sabía que de su idioma natal,
era una de las palabras que me parecían precisamente más bonitas. Nerviosa
sonreí un poco porque ante mis ojos era un tipo muy atractivo, no por su
físico, sino que resultaba interesante su personalidad exótica.
-Hola Dev- podía tomarse como
apodo de mujer llamada Debbie, pero a él no le importaba pues no tenía
prejuicios ante lo femenino y lo masculino, era una manera de revelarse al micromachismo
de su lugar de origen, donde le criticaban ser sensible y poeta. Su nombre era
Devendra, un nombre hindú: punto para la extravagancia.
-¿Qué pasa?
-Sólo vengo por mi carta de
liberación
-Es cierto, ya está lista, sólo
dame unos segundos. –Él buscó en sus estantes y yo lo miraba con detenimiento,
vaya que extrañaba ese rostro delgado de facciones finas.
-He extrañado mucho este lugar...-
comenté al mismo tiempo que contemplaba la oficina.
-Y el museo te ha extrañado a ti,
todos lo hemos hecho- respondió sonriente e intenté por todos los medios no
sonrojarme ni comenzar a pensar cosas inapropiadas sobre él... frente a él.
-Me alegra escucharlo...
-Aquí está- firmó la carta, cerró
el folder y me lo entregó. –Por cierto, aprovechando tu visita, quisiera
comentarte que el museo de Luvre en París nos solicitó los expedientes de
nuestros residentes más destacados...
-Entiendo, eso me parece una
excelente noticia...
-Vaya que lo es. Dentro de esos
expedientes, que no fueron muchos, envié el tuyo.- cuando finalizó mi asombro
no fue nada disimulado y mucho menos lo fue mi manera insistente de verlo.
-¿Qué?
-Tiene apenas cinco días de que
eso sucedió, el filtro de selección tiene una duración de un mes, así que de
ser seleccionada para trabajar en el prestigioso museo, te llamarán a finales
de mes o a mediados del siguiente.
-Wow... no sé qué decir... bueno, gracias, en
verdad muchas gracias por pensar en mí, lo aprecio mucho de tu parte... estoy
consciente de que habrá mucha competencia, pero al menos ya tendrán mi
archivo...
-¿Te estás dando por vencida desde ya?
-Sólo quiero ser objetiva, no me gusta crearme
falsas...
-Olvida eso, si lo envié fue porque estoy seguro de
tus aptitudes, créeme, pronto estaremos celebrando tu nombramiento.- me animó y
yo sonreí a medias.
-Tienes razón, seré positiva- entonces vi mi reloj.
–Ahora debo retirarme, me ha dado mucho gusto volver a verte y aún más el
recibir esta gran noticia.
-El gusto ha sido mío. Cualquier cosa que suceda
quiero hacer de tu conocimiento que el Museo estará feliz de recibirte cuando
quieras, nuestras puertas están abiertas para ti.
-Vaya, definitivamente ha sido un gran día- ambos
reímos y él se acercó para darme un abrazo y un beso en la mejilla, gestos que
por supuesto correspondí.
Salí de esa oficina llevando conmigo una buena
noticia, una invitación de empleo, el aroma de Devendra y un estúpido sonrojo.
Al final del día fui a comprar comida para la cena,
un poco de vino y estando en mi departamento terminé de limpiarlo e instalarlo
apropiadamente para cuando mi familia llegara; Sofía se uniría a mí al día
siguiente.
La sorpresa llegaría antes de dormir cuando recibí
un mensaje de Richard Ashcroft a mi celular, en el cual saludaba amistosamente
y me preguntaba sobre mis actividades cotidianas; mentiría al no admitir que
leerlo me alegró y aún más el hecho de saber que se acordaba de mí.
Mantuvimos una amena conversación mediante la
famosa aplicación de mensajería y me contó las cosas que había hecho en días
recientes y dijo que pronto él y sus amigos de la banda darían una fiesta con
un motivo muy importante, por lo cual quería saber si yo asistiría.
-“No
estoy en Machester...”-respondí
-“Yo
tampoco”
-“¿Ah
no?”
-“No
¿Olvidas que soy de Wigan?”
-“Es verdad.
Supongo que en las últimas semanas te he visto tanto en Manchester que sí,
seguramente lo olvidé. Lo siento.”
-“No te preocupes,
no tengo problema con eso. Fue precisamente aquí en Wigan que recibimos la gran
noticia...”
-“¿Y por qué
quieren festejar en Manchester?”
-“Ya hemos hecho
bastantes amigos por allá, además Pete y Damon actualmente residen ahí así
que...”
-“Tiene sentido”
-“También consideré
que de celebrar ahí, las posibilidades de que asistas son mayores”- Esto lo
complementó con un “emoji” riendo y otro sonrojado, detalle que me hizo sonreír
y enternecer.
-“Bien pensado”
-“¿Eso es un sí?”
-“Es un <<tal
vez>>”
-“¿Cuándo vuelves?”
-“En dos días
estaré de vuelta por allá.”
-“Bien, yo
regresaré después, te enviaré un mensaje... espero que podamos vernos antes de
la fiesta...”
-“Ojalá así sea...
Ahora debo dormir porque mañana estaré ocupadísima. Descansa Richard.”
-“Entiendo...
espero que pases una bonita noche ♥”
Envié
de vuelta un corazón y sonreí ampliamente, pese a que fuera un estúpido símbolo
para mí significaba algo más.
Ya ni la chingo, después de que no publico en un siglo, te aviento un capítulo de relleno jajajaja.
Me he dado cuenta que tristemente estoy inconforme con mi vida en general y que pese a que tengo lo que necesito, aunque obviamente no es lo que quiero, nada me hace feliz. Digo esto porque ese sentimiento acaba incluso con mis deseos de hacer estas cosas que me gustan, por eso anticipo que si el final de la historia es el menos cool de los que he escrito, aceptaré la responsabilidad en eso.
Espero que al menos te haya parecido interesante Miss Roquet, no quería quedarte mal esta vez jajaja.
Saludos :3
*No había visto tanto relleno desde Naruto* JAJAJAJAJAJA no es cierto, es broma 😂😂😂😂😂. Pues sea relleno o no, estuvo cool y me recordó a cuando empezabas esta historia, de alguna u otra manera extrañaba a la coqueta suelta de Mila (que me recuerda a una morra). Devendra bebé me vale madres su pinche nombre mientras me dé jajajajajaj esae Frida se lo hubiera dado ya que tenía chance (aydiositolascosasquelehubierahechoaesebato) jajajajaja.
ResponderBorrarFíjate que me gustó mucho esa foto de Richard aunque el dude era raro. Me mató de ternura la interacción vía msj emoji... Pinche Frida se hace bien pendeja porque anda de risueña pero no lo quiere aceptar
Espero que ya te sientas mejor, creo que influye mucho también la marea roja que suele hacernos estragos en el mood y a veces eso enfatiza más cómo nos sentimos. En fin, gracias por actualizar y espero que subas pronto jajajaja 👀